Año 2006. Me encontraba cursando cuarto medio y como era de costumbre en el colegio que me encontraba, se realizó a principio de año un campamento de colegio en Picarquín. No se puede negar que las intenciones de esta actividad eran las mejores, por lo menos por parte de los educadores, pero sin duda esta experiencia se prestaba para algunas prácticas indebidas en el contexto educativo que la actividad tenía.
El colegio promovía y creía en una educación orientada hacia la libertad del alumno (su lema era “educar para la libertad”) y la formación al aire libre era base del sistema educativo. Por esta razón se hacía este campamento.
Todo esto suena muy bonito, y sin duda lo es para aquellos que entienden de buena manera este proyecto poco convencional, pero para otros que desvirtúan el objetivo de la actividad, esta se convierte en una oportunidad más para “carretear”.
Para un alumno no es tan grave juntarse con los amigos a compartir algunas muchas copas, aunque el contexto no sea el adecuado y aunque tomar bebidas alcohólicas en este tipo de actividades este estrictamente prohibido. Siendo profesor-educador es un poco más mal visto, por decirlo de alguna manera, tener este tipo de reuniones sociales llenas de vicios en un contexto educativo.
Primera noche de campamento y me encontraba yo sentado en el suelo junto a varios compañeros y amigos compartiendo algunas “pis-colas” y fumando cierta sustancia que alegraba el ambiente. Ya avanzada la noche los esfuerzos por no meter tanto ruido para no despertar a los profesores se habían olvidado por completo y justo cuando cantábamos con mucha euforia una canción que ya no recuerdo, aparece de la nada nuestro queridísimo profesor de física. Esta repentina aparición provoco un silencio y una extraña sensación en nosotros, como de culpabilidad. Este profundo y largo silencio solo se rompió cuando alguien grita al grupo de “carreteros” que aún no se percataban de la presencia de la autoridad: “hey!! cabros…….cagamos”. En ese momento todos se quedaron callados alrededor del educador esperando su sentencia. Después de un largo rato en el cual éramos examinados para comprobar el estado de cada uno, la autoridad rompe el silencio y empieza con su sermón:
“Están curados ah…….es muy tarde y mañana hay muchas actividades programadas, ¿Qué pasaría si se enterase el señor rector de vuestras salidas nocturnas?, ¿seria fatal para ustedes no?” mientras hablaba todos escuchábamos con el alma en un hilo pero aún con cierta esperanza de salvación. Cuando este señor retoma la palabra sus gestos cambian completamente y se esboza sierta sonrisa en la cara.
“ya cabros esto lo vamos a dejar entre nosotros solo por que me caen bien……pero no sean weones, están metiendo el medio boche y los profes están durmiendo acá al lado…váyanse mas lejos a carretear, háganla más piola……y pa la otra avísenme y nos fumamos un porrito juntos”.
Dicho todo lo anterior el carrete prosiguió con un integrante nuevo y no me acuerdo como terminó.
“Pepe Cortisona”
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