jueves, 1 de mayo de 2008

Conclusión: no es necesario estudiar tanto

Hace ya muchos años, la única ocupación en mi vida era estudiar, era toda un nerd, por eso mismo nunca tuve menos del prime lugar del curso, nunca baje de nota 6.8 hasta cuarto medio. Pero a raíz de lo que contaré me he preguntado mil veces ¿para que tanto estudiar? Y ustedes podrán concluir como mejor les parezca.

Estando en cuarto medio, en un liceo normal, me esforcé por ser nuevamente la primera de mi clase; como era normal en todos los años anteriores, pero nunca pensé que este año sería distinto. Teníamos una profesora jefe re buena; casualmente era de Historia, aunque pasaba muchísimo enferma, sufría de depresión.

Todo iba bien hasta el regreso de vacaciones de invierno, nuestra profesora, estaba mal y nos llevaron a un nuevo profe, un hombre joven de 25 años mas o menos, horrible como profesor, pero guapo, por lo que perdonábamos su mal desempeño, además era sobrino del director del liceo, por lo tanto deduzco que no estaba ahí precisamente por sus cualidades como docente, en fin ese es otro tema.

Durante ese año como curso hicimos muchas completadas y carretes para reunir fondos para el esperado paseo, a esos carretes asistía también nuestro profe; cotizado profe, a decir verdad, en cuarto medio tenia compañeras de entre 18 y 20 años, que les encantaba el profesor. En el carrete de noviembre, que era casi el ultimo, el profesor salio de la fiesta con una compañera, Tamara se llamaba y no volvieron en toda la noche, ¿que habrá pasado?… quien sabe. Los días siguientes, tuvimos las pruebas finales y ensayos PSU, y todo ese tipo de cosas que se hacen a fin de año, como siempre me fue re bien, y llegaba el momento de la esperada graduación, a todo esto, Tamara y el profe estaban saliendo a escondidas, del resto del liceo, sobretodo del director. Nos preparamos para la graduación y yo especialmente pues debía subir a recibir el diploma de primer lugar y de mejor promoción de 4º medio, pero algo inesperado sucedió… como en mi liceo habían muchos cuartos años, nos entregaron el diploma a todos por cursos y luego la promoción fue todo juntos, llamaron por letras del curso, 4º A, luego el B… y así ustedes ya conocen el orden, hasta la X que era mi curso, y yo ya emocionada…el profe sube al escenario y dice “con nota 6.8, el primer lugar de 4º año X es para la Srta.: Tamara González, contra todo pronostico salio ella, yo quede para dentro sabiendo que no tenia mejores notas que yo, la verdad es que ni siquiera se acercaba la 6º lugar del curso, mis compañeros se miraban y nadie entendía que pasaba, mi profesora que originalmente era la profe jefe, se limito a mirarlo, cuando bajamos le pregunte al profesor que había pasado, a lo que él me responde, que por que me creía superior, yo le dije que no se trataba de eso, sino que yo estudiaba siempre para tener buenas notas, y darle en el gusto a mis viejos… le exigí que me mostrara las notas y se negó, como era le ultimo día de clases no quise llevar las cosas más allá, y deje pasar el tiempo. Llego el día de la gala y nadie del curso deseaba que el profe fuera a ella, por que había sido muy deshonesto que lo que había hecho. Esa misma noche en la gala mi profesora me dice que yo tenia promedio 6.8 y Tamara tenia un 5.9, deduje inmediatamente que el profe no premio lo que debía, no premió el desempeño académico precisamente, tal vez premió otro tipo de desempeño… ahora a raíz de esto me pregunto valió la pena tanto estudiar… si era mas fácil… mmm… … … al profe.

Por una parte valió, porque aprendí mucho, pero me perdí la libreta de ahorro y la cámara digital de regalo, que siempre fueron mi motivación…

Ah! El profe continúa enseñando en el liceo, pero desconozco si aun evalúa de la misma manera.

Uganda, la Desconocida.

Un seis por mentir

“Como todo el tiempo, que duro mi educación media, la flojera abundaba en mi

por ello un buen día, el profesor de física llego a la sala, y pregunto por el importante trabajo sobre la velocidad que caía un cuerpo al vacío, vectores y un montón de cosas que para mí eran igual al arameo, trabajo que por supuesto mi amiga y yo nos enteramos en aquel momento de su existencia, y gracias a Dios muy pocos compañeros habían realizado, ante tan inminente irresponsabilidad del grupo-curso el profesor decidió dar una semana mas de plazo para la entrega de dicho trabajo. En vez de ingeniárnoslas para elaborar aquel “extraño” trabajo en el plazo de una semana, nos aprovechamos la fama de desordenado del profe y que los que retirarían los trabajos serian alumnos de otro curso y fingimos haber entregado aquel trabajo.

A la semana siguiente, el profesor nos llama a mi amiga y a mi, para preguntarnos sobre nuestro trabajo, nosotras respondimos seguras que si lo habíamos realizado, hasta le comentamos sobre el “tema elegido”, el profesor extrañado nos dijo que no lo ha revisado, que lo buscara porque se le debe haber mezclado con los trabajos de otro curso. Durantes semanas el profesor nos cuestionaba sobre el trabajo, para nosotras ya no había salida y a pesar del temor de ser descubiertas, no podíamos echar pie atrás y admitir que habíamos mentido a un profesor durante semanas, sin olvidar que esto llegaría a instancias mayores, proseguimos con nuestra mentira y enojadas reclamábamos al profesor, que como era posible que después de tanto tiempo no nos entregara nuestro trabajo, que lo buscara, que ya habían pasado las dos semanas de plazo para revisar algún trabajo etc. Al tiempo “Brutus” (el profesor) nos llama, con mi amiga ya no podíamos más, y nos dice que después de tanto buscar encontró nuestro trabajo y que nuestra nota era un 60, porque teníamos algunos errores etc. El triunfo como nunca lo sentimos, fuimos tan felices, no podíamos creer que habíamos salido invictas de tal lió. Ahora que lo pienso supongo que el profesor siempre supo que no hubo tal trabajo y que por no complicar mas las cosas decidió premiar nuestro ingenio con un 60, quizás no mentimos más para obtener el 70.


La Patrañera.

jueves, 24 de abril de 2008

La guerra estaba declarada

Érase una vez antes de una vez un niño caminaba con su mejor cara hacia su colegio municipal el tarrososcool nº zx-433 perteneciente a la comuna desan Juan. Era su primer día de clases, al entrar en su aula magna noto la cara de muchos nuevos compañeros. Uno de ellos le llamo muchísimo su atención y curiosidad, se trataba del el alto y moreno pepito, joven venido del norte. Pero Dentro de todos esos personajes nuevos se hallaba el temido Aníbal el caníbal profesor de educación física. Se cuenta que su carácter era muy irritable y prejuicioso ante cualquiera que no le cayera en gracia, alto de cara ruda y contextura gruesa, cabellos encanecidos, y fiel hincha de la universidad de Chile (si era un chuncho, un pajarraco).

Cosa difícil para este muchacho nacido y criado de cuna con a flecha y cultrun, si era su acérrimo enemigo un colocolino de corazón. Todo iba bastante bien hasta que comenzaron las evaluaciones. La mira de ese rudo señor comenzó hacerse más aguda y acusadora, comenzando a afloraba en él todos esos prejuicios contra la libertad de culto deportistico, la guerra estaba declarada solo faltaba la chispa prendiera esta épica batalla para un niño de solo 7 años que solo repetía “la contienda es desigual”. Yo tan chico y él tan grande y canoso que parecía una lucha bíblica.

Luego de tan ardua lucha las fuerzas se fueron apagaban lentamente para este pequeño cacique que sin sin pluma y cultrun quedo. Él tenia el poder, el ponía la nota, y yo, como niño solo me quedo convertir al lado oscuro de la fuerza trasformándome en un pájaro azul de 10 a 1.30 todos los lunes para poder pasar de curso. La vida es injusta pero el fin justifica los medios.

Terminado este doloroso periodo de mi vida, ya recuperado puedo decir que siempre fui blanco de corazón a pesar de todo lo que el canoso pudiera decir.

Anibal el Canibal

Amigos

Era el comienzo del año 2004, y yo estaba en 3º medio. Cerca de la primera semana, en la clase de Biología, el profe (que era nuestro profe jefe) nos cambió a todos de puesto, porque le habían llegado recomendaciones de que éramos muy desordenados (que era cierto). Yo desde el primer día me había sentado con una compañera que iba en mi mismo curso desde primero medio, pero nunca la había tomado en cuenta, y me senté con ella porque me gustó mucho.

Entonces nos cambiaron y me sentaron en la fila frente al profe, con dos compañeras adelante, una al lado mío y dos compañeras atrás. Y por esas casualidades de la vida todas andaban con la regla y el olor que recibía era verdaderamente nauseabundo. Entonces me acerque al profe y le conté lo que me pasaba de una manera bien formal (lo que me costó mucho, porque cómo le dices a tu profe que tienes asco porque estás rodeado coincidentemente por mujeres que están menstruando) y el profe se cagó de la risa pero disimuladamente y en la confianza que se había generado le pedí que me sentara con la niña que me gustaba (que a la larga fue mi polola hasta que salimos del colegio).

El punto es que ese primer acercamiento con el profe, formó una muy buena onda, y con el pasar del tiempo seguíamos tirando la talla, ahora con Colorín, la Chica y la Patty; que eran otros compañeros míos que también se hicieron amigos del profe. Paso el tiempo y con las distintas actividades que en el año se hacían en el cole, se dieron momentos para carretear y hablar ya como amigos.

Formamos todos un grupo muy divertido, buenos pal webeo, carreteros, cheleros (hasta en días de semana carreteabamos), y así todo el tiempo. Salíamos a nuestras casas, a Pub d la comuna y a Vizcachas, etc. Todo esto era genial, porque normalmente se ve a los profes muy lejanos o a veces se puede lesear con ellos, pero involucrarse más allá con una amistad, carrete, vernos en diferentes estados, curados, contarnos cosas, darnos consejos, etc. Y además tenía una mística especial, porque todos eramos cómplices del otro, porque nadie en el colegio podía saber nuestra amistas porque podrían despedir al profe.

Al final en algún carrete llegaron otros profes jóvenes y mas adultos que eran amigos de nuestro profe y los conocimos también, eramos farándula jajaja, supimos y vimos muchos amoríos entre profes, gorreadas, cagasos entre otras cosas.

Salimos de lo normal y monótono que de cierta forma puede ser colegio, a algo entretenido y con confianza. Hasta el día de hoy nos seguimos viendo, y nos acordamos de todas las anécdotas vividas (que serían muchas para escribirlas aquí) y nos recagamos de la risa. Aunque no nos veamos muy seguido, cuando nos juntamos, es como si todavía el lunes haya que estar en la puerta del colegio a las 8 de la mañana.

El dia que aprendí a decir que si

Como todo nuevo día la alarma de mi reloj interrumpió mi sueño, luego luche por quince minutos con mis sabanas, mientras entre los gritos de mi mama y el olor a pan tostado me anunciaban el comienzo del día.

Luego del ritual matutino me fui a probar suerte al paradero de micros, mientras escuchaba música reflexionaba sobre lo mal que me iba en matemáticas y lo mucho que esto me agradaba, cuando luego de media hora de pisotones gritos y olor a trabajo alfil llego a mi querido colegio, que tenia de querido lo que yo de príncipe, una vez dentro del colegio todo cambiaba a color sepia, todo olía mal y todo se escuchaba mucho peor, excepto ella, ella era una compañera, la única que se veía en colores la única que olía y se escuchaba bien.

En clase volaban los papeles y gritos mas ella no perdía su encanto, todos los días me imaginaba tomando su mano y confesando lo mucho que me gustaba, recuerdo que pensé que aquel día no tendría nada de especial, era una jornada normal, todos golpeaban al pollo un compañero imán para los matones, nadie pescaba al pablo mármol nuestro profe de historia, mis amigos hablaban cosas sin sentido y yo, yo la miraba a ella, la miraba solo por el dolor de gusta que me daba cuando se cruzaban nuestros ojos era una sensación de muerte-vida no tengo otra explicación.

Campana y recreo lo único que justificaba la tortura escolar, una dieta balanceada provista por el kiosco del patio y sus papas fritas. Campana otra vez y la vuelta a clases mas lenta del mundo, primero la visita al baño y liego subir cada peldaño como si nos doliera, en la sala lo de siempre mochilas volando, sillas dadas vuelta y mesas quemadas con corrector (un clásico), y el pollo siendo golpeado por los matones, pero algo andaba mal, mi mochila no estaba, nada raro ni peligroso salvo por mis poemas a margarita no podía si no tener nombre de flor, mi mochila apareció pero de los poemas ni la sombra, fue cuando me di cuenta que ese no seria un dia normal.

Campana y recreo otra vez, yo desesperado buscando mis obras que serian mi destrucción si caían en manos de algún moustro molestoso o de la mismísima Margarita.

Vuelta clases y cuando estaba bajo el marco de la puerta de la sala note que era el infierno lo que veía, aun no terminaba mi segundo paso de entrada cuando el cabezón Mesa se subió a una silla y comenzó a leer uno de mis poemas, yo sin saber que hacer me abalance sobre el pero los matones ya no le pegaban al polo si no que estaban sobre mi, para mi buena suerte Margarita aun no llegaba a la sala, pero como la humillación no es algo que se lave con agua Salí corriendo a esconderme en el nogal del colegio, luego a la salida era un muerto con una mochila y un pase escolar, cuando estaba en el paradero poco antes de que pasara la micro escuche gritar mi nombre cuando me di vuelta y vi que era margarita casi me desmayo pero si mis compañeros ya sabían que escribo poemas y además que me desmayo me tendrían por fleto para siempre, ella se acerca mi y con su voz perfecta me pregunta - ¿es verdad que te gusto?, a lo que yo respondí entre manos sudadas y voz temblorosa con un gran y tímido no, ella insistió preguntando si era en serio a lo que yo respondí que no me gustaba.

Desde ese dia ya no la miraba ni pensaba en ella, mi cabeza solo me permitía pensar en lo cobarde que fui y que hubiese sucedido si eso no hubiera sido un si, ya han pasado siete años y aun me lo pregunto que seria de mi vida si ese no hubiera sido un si, pero la vida pasa y las cosas cambian y otras no por ejemplo aun hago mi ritual matutino para comenzar el dia, aun escucho música para olvidar los pisotones y el olor a trabajo en la micro, espero que al pollo no le peguen mas pero lo que mas cambio es que ya no desaprovecho las oportunidades que me da la vida, así no pienso en que pudo pasar si no en lo que pasara.

Curandero

Por culpa de un Chaleco

En un frío día de invierno, cuando todos habían salido de clases de filosofía. Pilila y Félix sin nada que hacer y para matar el tiempo, partieron a la Biblioteca del liceo con el propósito de revisar el periódico de aquel día, antes de continuar con la siguiente clase. Ojearon la columna deportiva, en la cual le daban una amplia cobertura al triunfo que tuvo el día anterior la “Universidad de Chile” y que, por tanto, le permitió sumar una nueva estrella en el campeonato nacional, de los cuales ambos seguían con mucha pasión. Junto con ello, fueron comentando los mejores pasajes del partido, de lo bien que jugo el equipo, de las celebraciones y los festejos… Así pues, estaban tan entusiasmados, que ni siquiera se dieron cuenta de la hora que era. De manera, que volvieron a la sala sin muchas ganas, como si nada tuviese importancia.

Mientras caminaban, distinguieron a lo lejos al profesor de Matemática, que iba cruzando el patio con dirección a la sala de profesores. Mientras se acercaban a él, Félix se percata que trae consigo un chaleco nuevo, ustedes se preguntaran que importancia tiene que ande con un nuevo chaleco, les explico. Este profesor en particular no era de aquellos que le gustaba variar un poco su estilo, o estar mas actualizado a los nuevos tiempos, ya que, la que se encargaba de eso era su madre, la cual todos sabían. Félix le comenta a su amigo:

Félix: ¡cacha al profe trae un chalequito nuevo, de color lila. Nadie puede andar con un chaleco así! Pero no es cualquier chaleco. Te apuesto que se lo hizo la mamita!

Pilila: estaba bueno yapo! Porque el anterior que tenía no se lo sacaba ni pa dormir.

Se largaron a reír, Félix fue más lejos al gritarle descaradamente “¡Rico el chaleco! y ¡tejido por la mamita! Estando el profesor a pocos metros de donde estaban ellos. Por lo mismo, Pilila atino hacer callar a su amigo, sabiendo las consecuencias que esto les podría traer.

Sin embargo, efectivamente el profesor los había escuchado y se dirigía hacia a ellos.

Ambos siguieron caminado y hablando como si nada. Antes que todo, Pilila se le pasó por la mente, pues, que tal vez el profesor, lo iba inculpar a él, en vez, de su amigo por haberle gritado. Y así fue, el profesor se acerco a él, mientras que Félix, siguió caminado haciéndose el desentendido, éste preguntaba con vehemencia; cual era la necesidad de estar molestando a un profesor y si el chaleco fuese o no tejido por su madre, cual era el problema? Pilila del asombro apenas pudo responder, quedo perplejo sin poder hablar. Sólo miraba a Félix, quien en aquel instante ya no era su amigo, permanecía unos metros atrás del profesor, esperando reconociera su error y digiera la verdad. Eso no sucedió, Pilila después de esta situación fue suspendido por dos días. Pilila no volvió hablar con Félix

Pilila.

martes, 22 de abril de 2008

La sala: el estadio del alumno

Esta historia comienza a mediados del año 98, justo en momentos en que el mundial de fútbol de Francia comenzaba y en santiago de Chile llovía a cascadas en la escuela estatal de la republica independiente de Chimichurri.

El mal tiempo les jugo una mala pasada a los alumnos del cuarto básico, así que asistieron diez de sus treinta alumnos. Esto se repitió en el resto de los cursos, así que la medida a tomar fue reunir a todos los alumnos en la sala que no se llovía y, sentados todos frente a un televisor, ver el partido que se disputaba a esa hora en el lejano país de Edith Piaf.

Todo estaba bien, se aguantaba el frío, pero, con los goles de uno u otro equipo, aprovechábamos la ocasión para gritar estos tantos mas con desenfreno que con la alegría de la ventaja.

El problema fue que estas celebraciones se escuchaban por todo el colegio y llegaron a oídos del señor Enzo Pencco, el profesor de lenguaje y comunicación y conocido por su fuerte carácter disciplinario y estrictas exigencias de conducta (como se diría coloquialmente en la zona, un “viejo pelao pesao”), el que no dudo un segundo en ir a ver que pasaba con el grupo de alumnos que veía el partido por televisión.

Sin embargo, debo mencionar que este profesor a pesar de su carácter, era un excelente profesor, buena persona y fanático del fútbol. No obstante, por muy fanático del fútbol que fuese, no tolero ver como una treintena de alumnos se comportaba como un hincha en la garra blanca o en los de abajo, con cánticos, mesas como bombos, sillas como tablón y su medida de calmar las masas y disuadir a los alborotados fue golpear la pizarra de tiza que estaba sobre el televisor de 29 pulgadas.

La furia de este hombre por el desorden de los pequeños garreros fue tal, que con la fiereza de sus golpes a la pizarra para acallar a la multitud, rompió los soportes del pizarrón que se precipito con rapidez sobre el televisor.

La cara de espanto de la pequeña hinchada silencio el ambiente tenso que podía cortarse con bisturí. El profesor al ver semejante condoro, busco la complicidad de la hinchada y puso su dedo índice vertical frente a su boca, buscando la forma de silenciar el ruido de la barra y el estruendoso golpe sobre el televisor. Lo que consiguió a cambio fue una carcajada descomunal por parte de los hinchas que se agarraban el estomago de tanto reír. Los más grandes o los líderes de la hinchada ayudaron a colocar la pizarra en su lugar y comprobar que la TV estaba funcionando bien.

El acuerdo que finalmente aprobó el profesor Pencco fue que terminaríamos de ver el partido, con un poco más de calma si nosotros no acusábamos su comportamiento de King Kon con la pizarra.

Lo ultimo que puedo añadir es que el partido termino 4 a 1 y que el profesor Pencco siguió haciendo sus clases por muchos años más.