“Como todo el tiempo, que duro mi educación media, la flojera abundaba en mi
por ello un buen día, el profesor de física llego a la sala, y pregunto por el importante trabajo sobre la velocidad que caía un cuerpo al vacío, vectores y un montón de cosas que para mí eran igual al arameo, trabajo que por supuesto mi amiga y yo nos enteramos en aquel momento de su existencia, y gracias a Dios muy pocos compañeros habían realizado, ante tan inminente irresponsabilidad del grupo-curso el profesor decidió dar una semana mas de plazo para la entrega de dicho trabajo. En vez de ingeniárnoslas para elaborar aquel “extraño” trabajo en el plazo de una semana, nos aprovechamos la fama de desordenado del profe y que los que retirarían los trabajos serian alumnos de otro curso y fingimos haber entregado aquel trabajo.
A la semana siguiente, el profesor nos llama a mi amiga y a mi, para preguntarnos sobre nuestro trabajo, nosotras respondimos seguras que si lo habíamos realizado, hasta le comentamos sobre el “tema elegido”, el profesor extrañado nos dijo que no lo ha revisado, que lo buscara porque se le debe haber mezclado con los trabajos de otro curso. Durantes semanas el profesor nos cuestionaba sobre el trabajo, para nosotras ya no había salida y a pesar del temor de ser descubiertas, no podíamos echar pie atrás y admitir que habíamos mentido a un profesor durante semanas, sin olvidar que esto llegaría a instancias mayores, proseguimos con nuestra mentira y enojadas reclamábamos al profesor, que como era posible que después de tanto tiempo no nos entregara nuestro trabajo, que lo buscara, que ya habían pasado las dos semanas de plazo para revisar algún trabajo etc. Al tiempo “Brutus” (el profesor) nos llama, con mi amiga ya no podíamos más, y nos dice que después de tanto buscar encontró nuestro trabajo y que nuestra nota era un 60, porque teníamos algunos errores etc. El triunfo como nunca lo sentimos, fuimos tan felices, no podíamos creer que habíamos salido invictas de tal lió. Ahora que lo pienso supongo que el profesor siempre supo que no hubo tal trabajo y que por no complicar mas las cosas decidió premiar nuestro ingenio con un 60, quizás no mentimos más para obtener el 70.
La Patrañera.
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